Descarbonizar la última milla: competitividad y flexibilidad

¿Cómo conseguimos que el reparto de última milla tenga un menor impacto en cuanto a huella de carbono se refiere? Un problema peliagudo, ante todo con el incremento de la compra online y la distribución capilar, en el que convergen numerosos actores y circunstancias; y, desde luego, el interés de todos…
A la espera de políticas públicas firmes y coherentes, desde el sector privado (y hablamos ahora específicamente de la logística del frío) surgen iniciativas prometedoras basadas en productos y procesos flexibles y competitivos que permiten garantizar la calidad del producto perecedero reduciendo el impacto ambiental de la distribución capilar. ¿Cómo?
Un problema, muchos desafíos, dos soluciones
Nuestros patrones de consumo, nuestros métodos de distribución y la huella de carbono que generamos son, sencillamente, insostenibles. Ese el problema. Para paliar esto último sin hacer grandes sacrificios en lo primero, tanto las autoridades públicas como las organizaciones privadas tratan de afrontar los distintos desafíos que se generan.
Desafíos como son el consumo energético ineficiente, la congestión del tráfico en vías con alta densidad y en zonas urbanas, la inadecuación de nuestro parque móvil a la emergencia ambiental actual o la mala calidad del aire en especial en las grandes ciudades. Y cuando tu modo de vida pasa por mover cosas de acá para allá, tienes que tomarte estos desafíos muy en serio.
La industria de la logística del frío está encontrando la salida a través de dos soluciones distintas pero complementarias:
- En primer lugar está la flexibilidad. La vemos en los centros logísticos, en los itinerarios, en los embalajes, en los vehículos, en el personal; cuanto mejor se adapten a un mundo dinámico y multitarea, más eficientes serán.
- En segundo lugar está la competitividad. Estamos comenzando a darnos cuenta de que es posible mejorar la satisfacción del cliente y reducir nuestra huella de carbono (y la suya) optimizando procesos para ofrecer lo mismo, pero mejor.
Buenas prácticas en el reparto capilar
Por fortuna, ya hay en marcha, en el ámbito de la distribución last mile, una serie de cambios con un impacto directo o indirecto en las emisiones de CO2 que sin duda irán consolidándose a lo largo de los próximos años. Estos son los principales:
- Vehículos no contaminantes: el retorno a la tracción de sangre (como la bicicleta en especial en ámbitos urbanos densos) o la innovación en vehículos eléctricos que pronto serán competitivos reduce la huella de carbono.
- Racionalización de las rutas: las tecnologías de aprendizaje automático e inteligencia artificial facilitan itinerarios más eficientes (es decir, con menos emisiones).
- Ampliación de los horarios: el reparto fuera de horario laboral, aparte de una clara demanda de los consumidores, contribuye a reducir la congestión del tráfico.
- Nuevos canales de distribución: las entregas en consigna o el uso de drones son nuevas modalidades de reparto con un impacto medioambiental negativo menor.
Hacia la neutralidad de carbono en la logística del frío
En el caso específico de la logística del frío, al problema de la contaminación se une la cuestión del ahorro energético; porque una gestión térmica óptima que permite transportar bienes sin que se altere la cadena de frío pasa por una reducción radical del gasto y el consumo de energía para mantener dicha cadena.
Los embalajes específicamente diseñados para el reparto de producto perecedero constituyen un enorme paso adelante, en especial si a su eficiencia térmica se suma la posibilidad de reutilización de dichos embalajes, o (cuando esto no sea posible) si usamos materiales reciclados o biodegradables en su fabricación (como, en el caso de Tempack, algodón descartado de la industria textil, materiales de cambio de fase o plásticos PET reciclados).